martes, 8 de noviembre de 2011
LA NUEVA ORTOGRAFÍA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (II)
lunes, 17 de octubre de 2011
SOBRE LOS MAMERTOS Y EL ORIGEN DE LA PALABRA
Una nota adicional: en los años 60 había en la radio nacional un programa de humor muy escuchado: "Los Chaparrines". Uno de los protagonistas, Mamerto, era torpe, ingenuo y muy cómico. Como entenderán, esta figura les cayó de perlas a quienes eran detractores del PCC o simplemente querían tomarle del pelo.
viernes, 7 de octubre de 2011
ERRORES GRAMATICALES DE LOS ACADÉMICOS
Academicus errare humanun est. Los académicos son una raza extraña pero necesaria. El compromiso que les exige sus disciplinas puede volverlos taciturnos y huraños, y con lamentable frecuencia, puede ponerlos en disputa con el correcto uso del castellano. Esto último sucede con más facilidad en una sociedad de la información en la que todos días mutan teorías, conceptos y desarrollos tecnológicos. Como en el universo macondiano, a veces el mundo es tan nuevo que para nombrar un objeto solo es posible utilizar un dedo extendido y decir “eso”. Los siguientes son errores frecuentes de profesores y académicos. Mis amigos me ayudarán a extender la lista de perlas.
Pánel: Esta es una actividad muy frecuente en nuestras universidades, en algún momento, tal vez incluso mientras garrapateo estas líneas, algún profesor está pensando en los rozagantes invitados para un panel. Solo que la palabra lleva el acento en la última sílaba y es por tanto aguda, como lo son trabajar, plural y pared; no se tilda porque no terminan en vocal, n o s. Pronunciarla como si el acento estuviera en la primera sílaba es un error muy frecuente. Su plural, en concordancia con lo anotado, es paneles y no páneles.
Recepcionar: Simple y llanamente horrible. Esa palabreja no existe en español y lo que se pretende señalar con semejante estropicio ya está incluido en recibir.
Accesar: Muy frecuente en el mundo de la computación. Es posible que a muchos técnicos les resulte muy elegante pero es una deformación gratuita de verbo acceder. En algunos casos basta con ingresar.
Tic,s – TICs: Esta es la sigla de Tecnologías de la Información y la Comunicación. La sigla no requiere la s ya que expresa siempre un plural. Si no fuera así habría que duplicar sus letras tal y como sucede con RR. HH. (Recursos Humanos) o FF. AA. (Fuerzas Armadas). La sigla, tal y como lo manda la santa madre Real Academia Española debe escribirse con mayúsculas. El resultado final es sencillo y sonoro: las TIC…
A futuro: Esta expresión contiene un mal uso de la preposición a. Debe decirse en el futuro.
Al interior – al exterior: El mismo error de la palabra anterior. En vez de “al interior de las universidad hay fuerzas oscuras”, como pregonan en el Ministerio de Educación, debe decirse “en el interior de…”
Escenario: La palabra está bien escrita pero se suele pronunciar equívocamente como “exenario”, con lo cual en vez de una sc se pronuncia una ks. De paso mencionemos que quienes tienen problemas con la pronunciación de la x, dicen, “tadsi”, “adsioma” o “esperimento”. Debo confesar que algunos de los dirigentes estudiantiles de otra época, cuando nos poníamos “finos” y fungíamos como analistas políticos decíamos, muy orondos, cosas como “el exenario político nos permite concluir que…”
A grosso modo: Bueno, aquí también sobra la a. La expresión latina significa aproximadamente, a grandes rasgos. Debe decirse “el poder ejecutivo, grosso modo, quiere maniatar las altas cortes” y no, haciendo la equivalencia del latinajo “…ejecutivo, a, aproximadamente, quiere…”
De acuerdo a - en base a: ¡Cómo nos encantan las a! Una secuencia de ellas sale disparada cuando los médicos nos hacen abrir la boca tanto como para recibir maná del cielo; y son las primeras que escribíamos cuando jugábamos “ahorcado” (¿si recuerdan?). Las expresiones correctas son: de acuerdo con y con base en. Así, en vez de ponernos pedagógicos diciendo algo como “de acuerdo a las investigaciones antes mencionadas”, debemos expresar “de acuerdo con las…"
A nivel de. A los amantes de los placeres de la mesa nos dicen que en la ingesta es bueno ir despacio para dejarle lugar al “plato fuerte” (que en mi caso pueden ser los fríjoles con chicharrón). Bueno, aquí está el mío: las expresiones “a nivel de” y “a nivel”. Ambas se han convertido en un comodín que no puede faltar en ninguna alocución. La gente dice que el programa no funciona a nivel estudiantil o que se tiene una enfermedad a nivel del hígado o que el PIB a nivel nacional está bajo o que tal artista está posicionada en el nivel internacional. En estos días le escuché a un periodista afirmar que cierto almuerzo de trabajo era solo a nivel de secretarios de despacho. Todas esas expresiones son incorrectas. La palabra nivel alude a la altura, y por extensión, al rango o a la jerarquía. Son gramaticalmente correctas expresiones como “la ventana está al nivel de los ojos”, “la educación es un problema de nivel ministerial”, “al nivel del mar la vida es más sabrosa”. En los otros casos hay que buscar expresiones sinónimas; en vez de en el nivel nacional podemos decir en el ámbito nacional, y el programa que no funciona a nivel de los estudiantes puede mencionarse simplemente diciendo que no funciona con ellos…
viernes, 30 de septiembre de 2011
UN HOMENAJE A LAS PALABRAS
Hace una semana se conmemoró un aniversario más de la muerte de Pablo Neruda, el más grande poeta del siglo XX. Con la muerte de Allende y la llegada del fascismo a Chile (12 días antes de su deceso), su cavernosa voz se convirtió en un hilillo incapaz de recrear las fuerzas telúricas de su Residencia en la tierra. Su humanidad, oxidada por la ingratitud de sus compatriotas y por el tiempo, perdió la última cruzada. Aunque quiero pensar que tal vez no. Tal vez ese confuso asunto de la muerte era solo una metáfora más. Todos sabemos lo extraños que son los poetas.
¡Tienen tanta fuerza las palabras! Cada una de ellas tiene la misteriosa capacidad de representar cosas distintas, los significantes no son unívocos, gozan de diversos significados. Escucharlas o leerlas nos trae a la memoria seres u objetos tal y como los conocimos y sentimos: violetas o amarillos, alargados u oblongos. Libro, nos hace recordar un objeto rectangular de solapas gastadas lleno de signos incomprensibles que -antes de que una bruja amable y rolliza nos castigara con la magia de la lectura- mirábamos con desconfianza y ansiedad. Olvido, a esa mujer para quien desaparecieron los calendarios y los relojes y que pese a nuestra congoja, se negó a llamarnos o escribirnos. Mierda, a la desesperación sarcástica de un coronel que conquistó la libertad cuando lapidó la esperanza. Algunas tienen una suerte de vida propia en la que parece ser que el tiempo las inviste de belleza. Pronunciarlas u oírlas es cadencioso, musical. Ante la imposibilidad de utilizarlas como nombre de nuestros futuros hijos o libros, preferimos bautizar con ellas esos instantes secretos que nos sirven para recordar lo que hay detrás del hollín y el estiércol. No todas aluden a lo glorioso, lo heroico o lo perenne, muchas simplemente nos quitan la camisa, nos lavan el rostro y nos recuerdan la debilidad de nuestra naturaleza. A otras las odiamos. Son las máscaras de lo grotesco o de lo ruin. Algunas tienen misteriosas propiedades: son ambidextras, hermafroditas, híbridas. Patria en mi paladar sabe a memorias, amigos y sueños compartidos pero también a demagogia, a tiranuelos con ganas de borregos.
Hace algunos meses, y gracias a un culto y hosco ingeniero que tiene la extraña y grata manía de regalar sus libros, descubrí a John Updike, uno de los más importantes escritores estadounidenses del siglo pasado, otro de los eternos candidatos al premio Nobel. Es el autor de esa inolvidable novela que es La feria del asilo. En otra de sus novelas o mejor, de sus colecciones de relatos, Donde termina el camino, el narrador, interpretando a uno de sus personajes, dice:
“y con un gesto similar dedicado palmoteo de aquel día, trazó con la yema de un dedo, una m en el aire. Fue un movimiento anhelante, tímido, exquisito, irresoluto, confidencial. Leyó en él todos los significados y supo que ella no dejaría de gesticular dentro de él nunca. Nunca. Aunque la sentencia de cualquier tribunal o la muerte misma llegara un día a separarlos, sus gestos, labrados en cristal, perdurarían siempre”.
Si esta es solo la declaración de un hombre enamorado de su esposa o la catarsis de un Updike con “una mujer atravesada en la garganta” no es importante. La belleza es autorreferencial, no requiere justificación.
Pero volvamos a Neruda. Su último libro, Confieso que he vivido, sus memorias, fue culminado en tanto este agonizaba. El último capítulo, dictado por el poeta a su mujer desde el lecho, fue una loa triste al muerto presidente de Chile. En ese mismo libro, semanas o meses atrás escribió el más bello homenaje a las palabras:
"Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto trasmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras”.
martes, 20 de septiembre de 2011
LOS Y LAS: LAS NECEDADES DEL LENGUAJE INCLUYENTE
martes, 13 de septiembre de 2011
LAS COSAS "NEGATIVAS", ADJETIVOS Y EUFEMISMOS
miércoles, 7 de septiembre de 2011
CORRECCIONES PARA UN CORRECTOR
martes, 6 de septiembre de 2011
LOS PERIODISTAS Y EL USO DEL IDIOMA
viernes, 2 de septiembre de 2011
LA NUEVA ORTOGRAFÌA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (I)
EL VASO DE AGUA
Solicitar un vaso de agua (o de leche o de jugo) me ha generado unas cuantas miradas desaprobatorias y algunas amonestaciones. –Con mucho gusto, pero usted lo que quiere es un vaso con agua, me dijo alguna vez una agraciada mesera a la que le perdonaría casi cualquier cosa. Mi proveedor de tintos en la Universidad fue más específico: me reclamó que resultaba sorprendente que un profesional que cargaba libros debajo del brazo creyera que el vaso estaba hecho del precioso líquido y no de vidrio. Qué cosas. Uno se ve en la disyuntiva de guardar silencio o solventar la falsa corrección. Se termina optando por lo segundo antes de que se enfríe la infusión, la mejor opción porque ningún diligente despachador de alimentos tendrá tiempo para esas quisquillas con el idioma de Cervantes.
Finalidad: Máquina de escribir.
Modo como funciona algo: Fogón de petróleo. Olla de presión (si, así y no “olla a presión”).
Manera como se realiza un hecho: ¡Hágalo de una vez! Se lo tomó de un sorbo