Hoy, en la emisora más importante del país, la W, una presentadora previno a sus compañeras de micrófono de la grabación que se disponía a reproducir. Les advirtió que "era muy negativa". Yo me dispuse a escuchar a un ciudadano molesto con su vida, su situación económica o su vida afectiva; a un pesimista de los que consideran que afuera de su casa siempre hay un gato negro esperando que abra la puerta. Cuando la locutora reiteró la advertencia y aseguró que "era algo muy negativo" supuse entonces que el atribulado sujeto no solo había perdido la fe en sí mismo sino también en el país, en sus instituciones, en la sociedad, en el hombre mismo. Lo que captaron mis oídos, en cambio, fue la voz telefónica de un sicario de Medellín que le contaba a su "cucha" sobre su malestar porque no solo le "había tocado" matar a dos mujeres y a la hija de una de ellas, sino también "picarlas". Ante la confesión casi coloquial, su progenitora, sin un exceso de turbación en su voz, lo tranquilizó diciéndole "mijo, a usted le tocó..."
¡Y ese era el asunto "negativo"! No pienso criticar la escasez lexical de la periodista que pudo haberse referido, con otro adjetivo, a un hecho atroz, inhumano o bestial; que pudo anunciar la narración de un acto horrendo o sanguinario ... ¡pero hablar de algo "negativo"!
Se puede caer en la misma frivolidad que es posible cuestionar en el hecho, si algo como lo escuchado solo nos suscita preocupaciones gramaticales. Imagínense a un ciudadano preocupado por la manera como en su comuna los delincuentes maltratan la lengua de Cervantes y dispuesto a reclamarle al asaltante que le dice "gonorrea, bájese de todo" su mal uso del verbo bajar; pensemos en dos vecinos que observan una disputa con puñales y se incomodan con la manera como uno de los combatientes toma el cuchillo, al mango hay que agarrarlo más arribita. Más cercano a nuestra experiencia, pensemos en los arquitectos o planeadores urbanos que visitan un barrio sumido en la peor de las pobrezas y destacan con regocijo el creativo uso de la guadua o las desbordantes estéticas de la marginalidad.
La adopción de ciertos términos o expresiones, a veces contribuye al ocultamiento de ciertos problemas. Negarlos no es una buena estrategia -no faltarían los desadaptados que se atreverían a cuestionar las aseveraciones de la oficialidad- resulta mucho más efectivo, tal y como hace la cultura light, banalizarlos.
2 comentarios:
Bastante interesante la estrategia de banalizar. Felicitaciones por la buena descripción de un hecho tan atroz, que para muchos (y entre ell@s me incluyo) es apenas la representación banal de una forma de violencia.
Excelente el blog.
CS: Kenny
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